La pintura flamenca surge a finales del primer cuarto del siglo XV en los países bajos de Europa, eran catalogados como primitivos, como un arte que no había alcanzado su plenitud aún. Algunas innovaciones técnicas de la pintura flamenca son el uso de aceites para colores y la pintura al óleo.
Se notan algunas
características del arte flamenco, como serán el empleo de colores brillantes,
que recuerdan a los pigmentos usados para la iluminación de las miniaturas.
También el detallismo aplicado a estas pequeñas obras maestras se transmite a
la pintura de gran formato (es decir, deben verse de cerca). Este rasgo lo permite en gran medida el avance
técnico sobre el óleo, que ya se había descubierto, pero que tenía un proceso
de secado tan lento que no lo hacía demasiado útil.
Aún conservaban
rasgos del estilo gótico, técnicos, como el uso de la tabla en lugar del
lienzo, y temáticos, sobre todo religiosos y espirituales. Sin embargo, su
habilidad detallista e intereses les impulsaron a investigar y a descubrir de
forma empírica la perspectiva, a perfeccionar la técnica del retrato al que
dotaron de gran profundidad psicológica y a reivindicar el paisaje como tema
pictórico.
JAN VAN EYCK (1390-1441)
Posible autorretrato |
Está considerado
como uno de los mejores pintores del norte de Europa del siglo XV y el más
célebre de los Primitivos flamencos. Robert Campin, que trabajó en Tournai y
los hermanos Van Eyck en Flandes, fueron las figuras de transición desde el
gótico internacional a la llamada escuela flamenca.
Políptico de Gante
El retablo la
Adoración del Cordero Místico, también conocido como Altar de Gante, es un
políptico de doce tablas al óleo realizado por los hermanos Hubert y Jan van
Eyck, por encargo de Joos Vyd y su esposa, Elisabeth Borluut. Fue pensado para
la iglesia de San Juan de Gante (actual Catedral de San Bavón), donde aún
permanece.
Vista del políptico cerrado |
El retablo se mostraba cerrado durante la mayor parte del año, abriéndose solamente los días de fiesta. En comparación con los colores vibrantes del interior, la vista cerrada ofrece escenas de colores más sobrios.
En la parte
superior hay cuatro figuras que predijeron la llegada de Cristo. Dos de ellas
pertenecientes a la tradición pagana y dos a la tradición bíblica. Los cuatro
personajes dirigen la composición hacia la escena de la Virgen de las tablas
inferiores, ya sea a través de la mirada o la orientación de sus caras y
cuerpos.
Las dos mujeres son sibilas, que eran
profetisas de la mitología griega. Se trata de la sibila de Cumas y la sibila
Eritrea, que durante la Edad Media se pensaba que habían anunciado la llegada
de Jesús. La sibila Eritrea —situada a la izquierda en la vista cerrada del
retablo— está en actitud orante. La sibila de Cumas, con un vestido verde,
dirige la mirada hacia la Virgen y sitúa la mano sobre su vientre, en un gesto
que sugiere el embarazo de María. A su vez, el mismo poeta Virgilio aparece en
la vista abierta del retablo, vestido con una túnica blanca en el panel central
de la Adoración del cordero.
Las dos profetisas
están encima de la habitación que hay entre el ángel y la Virgen. A los lados,
en lunetos, los profetas Zacarías y Miqueas, autores de libros proféticos del
Antiguo Testamento. Están representados en una especie de antepecho y mirando hacia
abajo con libros que hacen el efecto de sobresalir del marco.
Justo debajo hay
una escena de la Anunciación con el arcángel Gabriel a la izquierda y la Virgen
María a la derecha, de manera que el luneto con el profeta Zacarías queda
encima de Gabriel y el profeta Miqueas sobre la Virgen.
El nivel inferior
enseña, en los paneles laterales, a los donantes arrodillados, y simula dos
esculturas de San Juan Bautista y San Juan Evangelista en el centro.
Vista del políptico abierto. |
Paneles superiores
Déesis. Las tres figuras
centrales de los paneles superiores remiten a la forma iconográfica de la Déesis.
Esta iconografía, propia del arte bizantino, muestra un Cristo en majestad o
pantocrátor con la Virgen y Juan el Bautista a derecha e izquierda.
Ángeles cantores y músicos. A los
lados de las tres figuras hay ángeles cantores y músicos, vestidos con ropas de
liturgia.
Adán y Eva. Los paneles
superiores de los extremos representan a Adán y Eva, a izquierda y derecha
respectivamente. Están desnudos, no idealizados, sino con cuerpos
extremadamente reales.
Paneles inferiores
Panel inferior central. El panel
inferior central muestra la escena principal, la Adoración del Cordero Místico,
representando al Hijo de Dios y su Eucaristía. Se trata de una obra fundamental
en la historia de la pintura ya que ofrece un nuevo campo de visión
naturalista, resultado de ampliar sobre una tabla escenas y representaciones que
hasta entonces solo fueron accesibles a los conocedores de las miniaturas.
Paneles inferiores laterales. Junto al
panel central hay paneles laterales que también representan a grupos de
personas. Los paneles de la izquierda muestran a Los Jueces Justos y a los
caballeros cristianos. A la derecha, se encuentran los ermitaños y a los peregrinos,
acompañados por el gigante San Cristóbal, patrón de los viajeros.
Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa
Fechado en 1434,
representa al rico mercader Giovanni Arnolfini y a su esposa Giovanna Cenami,
que se establecieron y prosperaron en la ciudad de Brujas (hoy Bélgica), entre
1420 y 1472. Al día de hoy, los historiadores del arte discuten exactamente la
imagen que el cuadro presenta; la tesis durante mucho tiempo dominante,
sostiene que la imagen corresponde al matrimonio de ambos, celebrado en secreto
y atestiguado por el pintor.
La obra es un fiel
reflejo de las características estilísticas de los primitivos flamencos y,
sobre todo, es un compendio del estilo de su autor. En su composición
sobresalen:
- Al ser una pintura concebida para la exhibición doméstica, lo que permite verla de cerca, los detalles se plasman con una escrupulosidad microscópica, sólo posible gracias al empleo del óleo y de plumillas especiales. Por ejemplo, en el espejo del fondo —en cuyo marco están representadas diez escenas de la Pasión de Cristo— se refleja toda la habitación vista desde atrás, incluyendo todo el mobiliario, el matrimonio, otras dos personas y el ventanal con una vista de Brujas.
- El deleite en la reproducción de objetos. Los flamencos se enorgullecen del bienestar material que han logrado, de sus pequeñas posesiones, y las representan en sus obras: la lámpara, los muebles finamente labrados, la ropa, etc.
- El naturalismo. Van Eyck se preocupaba mucho por representar la realidad con la mayor exactitud posible, aunque al ojo moderno la imagen parezca escasamente realista por la actitud hierática de los retratados —incluso el perro.
- La preocupación por la luz y la perspectiva, propias de van Eyck, que en ello se adelantó a su tiempo: la luz que penetra por la ventana es suave y envuelve las formas delicadamente, la claridad se disuelve, poco a poco, en una atmósfera tangible; el marco arquitectónico y el recurso del espejo del fondo dan una sensación de profundidad muy verosímil. El propio Velázquez se inspiró en esta obra al pintar Las Meninas.